Los Reyes Católicos, en cuanto subieron al trono, decidieron aplicar las leyes discriminatorias y segregacionistas, relativas a judíos y mudéjares, promulgadas en el Ordenamiento de Valladolid de 1412 y confirmadas en la Sentencia Arbitral de Medina del Campo de 1465, pero que no tenían efectos prácticos en la Corona de Castilla. Por ello en las Cortes de Madrigal de 1476 y las Cortes de Toledo de 1480 ordenaron la aplicación de las leyes que obligaban la reclusión de judíos y mudéjares en barrios apartados, la prohibición de practicar ciertos oficios, la obligación de llevar señales, a la vez que les estaba vedado el uso de vestidos ricos y se les prohibía tener criados cristianos, comprar propiedades territoriales por un precio mayor a los 30.000 maravedíes, así como ejercer todo cargo público que implicase jurisdicción sobre los cristianos, y se les limitó los intereses de los préstamos. Su política fue refrendada por las máximas jerarquías religiosas (bula Ad perpetuam rei memoriam del papa Sixto IV de 1484). La vieja línea política propia de los monarcas castellanos, al menos desde el XIII, culminó en 1492 con la conquista de Granada y la expulsión de los judíos, que tuvo como colofón el decreto de expulsión o conversión de los mudéjares en 1502. Presenta la situación de los judíos revisando y comentando los estudios relativos a ellos, así como la de los mudéjares y moriscos. Incluye bibliografía por temas.