Se hace un llamamiento a la necesidad de estudiar las ediciones impresas del mismo modo que se hace con los manuscritos, a tenor de las divergencias que pueden producirse entre dos o más de dichas impresiones. Tales divergencias convierten los impresos en versiones distintas entre sí, agrupables en familias, y posibilitarían el dibujo de un stemma, como se hace en la crítica textual de manuscritos. Para probarlo, presenta como ejemplo varios fragmentos de la obra del Arcipreste de Talavera.