Tras el motivo literario, muy presente en las novelas de caballería, del «dolor de las dueñas» que nace del sufrimiento físico o moral del que son víctimas, se esconde no sólo una tipología, sino una realidad histórica que atañía a las mujeres medievales. Las dueñas, viudas, se convertían fácilmente en víctimas de una circunstancias adversas por culpa de un sistema jurídico eminentemente patriarcal: a veces se las desheredaba, otras, su herencia se convertía en objeto de conflictos, asediadas por familiares del marido fallecido o por intereses políticos monárquicos y territoriales. En todo caso, su situación de desvalimiento en muchas ocasiones era fuente de aventuras y motor de actuación por parte del héroe novelesco, quien en la ficción literaria tomaba parte por ellas.