Análisis tipológico de dos escenas: la del engaño de Raquel y Vidas en Burgos y la de la afrenta de Corpes. El autor defiende la tesis de que la victimización de los personajes más débiles (Raquel y Vidas y las hijas del Cid, respectivamente) en estos episodios y el sacrificio inherente observable en ambas escenas, presupone una representación menos literal de las acciones del Cid de lo que los críticos habían creído hasta ahora. El autor enmarca su crítica dentro del discurso político de finales del siglo XII, que abogaba por una limitación de la violencia.