Explora el problema de la composición del Poema de mío Cid y su relación con respecto a otras obras épicas. Presenta tres argumentos principales: 1) que el Poema no fue el iniciador de la épica en Castilla; 2) que probablemente pertenece a la misma tradición que el fragmento de Roncesvalles y, 3) que no fue compuesto oralmente, pero fue compuesto para ser recitado. En cuanto a la enigmática cuestión de los receptores del poema, señala un amplio público, compuesto tanto por gente analfabeta como por gente culta (con conocimientos de latín). Añade, además, que estos últimos tenían un papel tanto de receptores como de creadores.