Analiza el conjunto de obras que el autor portugués compuso para la liturgia que transcurre entre la Cuaresma y el Corpus, destacando la subordinación de las estructuras dramáticas a las circunstancias en que tiene lugar la representación, así como el aprovechamiento de técnicas extraídas de las representaciones cortesanas, como los momos, y paralitúrgicas. Asimismo, señala la evolución que sufre el teatro vicentino, que adopta progresivamente estructuras más complejas, superando así la dramatización directa de los elementos litúrgicos. Por último, se detiene en la importancia que el autor portugués le concede al diálogo y la alegoría como elementos fundamentales de su dramaturgia.