Entre los romancistas historiográficos, como los denomina la autora, destaca Lorenzo de Sepúlveda, autor de Romances nuevamente sacados de historias antiguas de la Crónica de España (Amberes, 1551), cuyas fuentes principales son las crónicas cidianas más difundidas, la Particular y la Popular, siendo decisiva la edición de Florián de Ocampo de La Crónica de España que mandó componer el serenísimo rey don Alonso llamado el Sabio (Zamora, Agustín de Paz y Juan Picardo, 1541), «cuya supuesta auctoritas alentó a la refundición en forma de romance de episodios enteros» (p. 536). Estudia, en particular, el romance «De Rodrigo de Vivar» (núm. 74 de la edición antuerpiense), que carece de pervivencia oral a diferencia de otros romances que desarrollan la queja, confrontándolo con sus fuentes.