El autor hace un relato del proceso de descubrimiento de este repertorio lírico copiado por los notarios boloñeses en los espacios en blanco de sus memoriales o libros de protocolos, resume la evolución del pensamiento filológico sobre el tema y anuncia su nueva edición, en prensa. Aunque hoy ya está claro que no copiaban de memoria canciones de moda, como supusieron sus primeros estudiosos, no deja de ser un ejemplo maduro y muy bien estudiado del procedimiento de copiar poemas líricos en volúmenes documentales del que se pueden extraer buenas conclusiones.