Se defiende que la noción abstracta de Estado, en el sentido de «cosa pública», Res publica, como propiedad común a todos, en que cada uno debe participar y de la que ningún ciudadano es exclusiva y personalmente titular o responsable, concebida por los filósofos griegos y concretada por la ciudad grecorromana y por el Imperio Romano, no desapareció en la Edad Media. Permaneció subyacente, no sólo a la Iglesia católica romana, definida por algunos Padres de la Iglesia como la universal respublica christiana, sino también entre algunos pueblos, como los visigodos o los carolingios, bajo una forma diferente. La noción permanece presente en muchas teorías de los pensadores medievales, no sólo cuando defendían que el rey tenía dos cuerpos (uno natural, otro político) o era una persona geminada, dotada de un «supercuerpo real»; sino también cuando afirmaban que el rey era una «persona pública» y «mixta», padre de la ley y, simultáneamente, ministro e hijo de la Justicia; o, que más allá de la corona material y visible, de que era portador, existía la sacra corona invisible, o «cuerpo político del Estado», bajo la concepción de un corpus respublicae mysticum.