Se analizan las representaciones de la oralidad y la escritura presentes en El Conde Lucanor, no sin advertir que para Don Juan Manuelel diálogo sólo consigue prestigio cuando se inscribe sobre el papel; la oralidad sólo gana valor cuando se recrea en la escritura y cuando ésta la sustituye. Dado que en aquella época el saber laico intentaba legitimarse como medio adecuado para la salvación del alma, el carácter fundacional de El Conde Lucanor residiría en la representación que muestra la manera en que ese archivo laico se iba construyendo y legitimando social y políticamente.