María de Mendoza, hija de de don Íñigo López de Mendoza y de Catalina Figueroa, logró una inmensa fortuna, insólita para una mujer de su época. Sus padres proyectaron casarla con uno de los miembros de un linaje emergente en Andalucía, los Ribera, concretamente con el jefe de esta familia, el adelantado mayor de la Frontera, don Per Afan de Ribera II. Tras la prematura muerte de su esposo (1454), María de Mendoza dio muestra de unas energías y una fuerza de voluntad impresionantes e hizo valer los derechos de sus cinco hijas, todas menores de edad cuando murió su padre. Puso sus esfuerzos en mantener y engrandecer la Casa de Ribera. Cercó el castillo de los Molares, lo asaltó y expulsó de él a Beatriz Portocarrero, esposa del anterior adelantado Diego Gómez. A partir de ese momento adoptó el título de condesa de los Molares, en parte para que todos recordaran lo que había hecho y nadie le discutiera sus derechos. Concertó el matrimonio de sus hijas con poderosas familias, lo que facilitó que el patrimonio de los Ribera se mantuviera intacto. En 1490 otorgó testamento y murió a principios de 1493. Se analiza el inventario de sus bienes, realizado el 21 de febrero de 1493: bienes inmuebles, bienes muebles (ropa, ajuar doméstico, plata, joyas, libros -escasos-) y bienes semovientes (ganado y esclavos).