Autor [CLEMENTE, Dionís]
Título Valerián de Hungría
Editor Jesús Duce
Ciudad Alcalá de Henares
Editorial Centro de Estudios Cervantinos
Año 2010
Páginas 743
Colección Los libros de Rocinante, 28
Resumen
Edición que recoge las dos partes de la
Crónica del muy alto príncipe y esforzado caballero Valerián de Hungría, publicada en 1540 por Dionís Clemente, quizá animado por la gran actividad cultural que se respiraba en el ámbito humanista de la distinguida corte valenciana del duque de Calabria (Fernando de Aragón) y por el favor de su mecenas Doña Mencía de Mendoza a la que dedica el libro. Además Valencia se había convertido en uno de los centros editoriales más productivos de libros de caballerías en la primera mitad del siglo XVI, que no sólo traducía y recreaba poemas épico-novelescos italianos, sino que empezó a abordar narraciones de caballerías de manera original. En este libro Dionís Clemente no se resiste a incluir todo el aparato de poesía laudatoria que normalmente las obras renacentistas contenían, utilizando para ello composiciones de buenos amigos y grandes poetas como Martín Pineda o Jerónimo Oliver, es precisamente por el enorme caudal de poemas, publicidad de la obra, promoción del autor y de los valores de sus mecenas y monarcas por lo que el
Valerián se distingue de otros libros de caballerías, por poseer un extenso cuerpo preliminar: íncipit, prólogo, versos laudatorios y la exhortación directa al lector. Argumentalmente, esta narración, a pesar de ser un texto independiente y no pertenecer a ningún ciclo caballeresco, sigue en buena medida el modelo fundacional de
Amadís, adaptándose en los tópicos y las aventuras más comunes a la propuesta idealista, aunque en algunos casos no de una manera tajante ya que se desvía del patrón del héroe mítico en otros aspectos (nacimiento del héroe, educación, etc.). Por otro lado, bajo este título también se incluyen aspectos relacionados con la realidad de la época con claros referentes históricos y sociológicos, sin olvidar que Dionís Clemente, de profesión notario, como buen conocedor de la leyes que regían en su tiempo y especializado en derecho de familia, testamentos y derecho de herencias y sucesiones quiso introducir en su texto una impronta relacionada con el campo que realmente dominaba y su especialidad notarial le sirvió para aportar al texto caballeresco una apreciable novedad con la que distinguirse por diferente.