Partiendo de una reflexión sobre la autoría femenina en la Edad Media, la autora propone unos criterios para analizar las obras de las escritoras de los siglos XIV-XVI a través de los cuales «sentar las bases para que las escritoras medievales (y las posteriores) se conviertan en un tema más en los programas y pasen a pertenecer a la conciencia colectiva» (p. 93). Esta propuesta «se justifica en parte por la necesidad sentida y expresada por los críticos de aplicar a las obras escritas por mujeres unos modelos de análisis propios, conformados a partir del corpus de trabajo» (p. 94) y constituye un marco que da sentido coherente a sus obras dentro de la historia de la literatura.