Partiendo el supuesto de que los flores sanctorum consituyeron una lectura primordial a finales de la Edad Media y en el Siglo de Oro, ya sea en el ámbito eclasiástico, ya sea en el civil, Baños invita a los filólogos a avanzar en la edición y estudio de esos textos, de los que en repetidas ocasiones el autor se ha ocupado. En una edición de un flos sanctorum hecha por Baños y Uría en el año 2000, estos filólogos tuvieron la oportunidad de comparar el texto romance con su fuente latina, pudiendo apreciar que la versión castellana, «como divulgación que era, tendía a intensificar lo llamativo y a reducir o a veces eliminar lo más tedioso» (p. 264). Después de analizar la estructura del texto de este santoral castellano y profundizar el intertexto y el intercontexto, el autor concluye abocando a una antología que seleccione relatos que reflejen los diversos modelos hagiográficos y que traslade al público una leal imagen de la literatura que contiene el flos sanctorum medieval castellano.