Se centra en la fortuna editorial de los Proverbios que el Marqués de Santillana escribió en 1437 para la educación del hijo de Juan II, el futuro Enrique IV, obra que cuenta con una amplia tradición manuscrita e impresa. Taylor realza la doble vertiente de la obra de Santillana, a la vez espejo de príncipes y libro cortesano. Aprovechando un amplio repertorio de lugares comunes de origen latino y medieval, Santillana crea un libro que, según el autor, se configura como un modelo importante para cierta cultura anti-maquiavélica del siglo XVI: «Santillana owes his success to his resemblance to the kindly Cato, another best-seller whose message was also attractive to the anti-Machiavellian culture of the sixteenth century» (p. 43).