No es fácil precisar qué podía resultar humorísitco en la Edad Media, por lo que el historiador distingue entre humor de intención y humor desde el punto de vista de la recepción. En cualquier caso, el humor político no es neutral sino que en el marco cortesano ha de relacionarse con la burla o la injuria, lo que en opinión de Nieto explicaría que sea escaso, puesto que su uso para hacer oposición entrañaría para sus autores un peligro evidente. Establece una tipología del humor político según sus manifestaciones: (1) la sátira de personalidades políticas, (2) la sátira de grupos políticamente influyentes, (3) el humor de situación en confrontaciones en curso con intención de ridiculizar al adversario y (4) el humor escenográfico. En los tres primeros grupos sitúa algunas composiciones cancioneriles, así como fragmentos de epístolas y crónicas; el cuarto grupo estaría integrado por espectáculos de carácter festivo y celebrativo cuya comicidad sería más bien accidental e involuntaria. Una parte de los testimonios proceden del Centón epistolario de Gómez de Cibdarreal, cuya autenticidad no es puesta en duda.