Tras citar lo que han dicho los investigadores sobre los vínculos históricos entre el Cid y el monasterio de Cardeña y la creación de una leyenda cidiana (en el siglo XII o vinculada al Cantar), se centra en la importancia de una crónica cidiana gestada en Cardeña: la Crónica del famoso cauallero Cid Ruy diez campeador, la Crónica particular, estampada en folio por Fadrique de Basilea en Burgos, 1512, a instancias del abad de Cardeña, Juan de Velorado, con aprobación real. La obra tuvo escaso interés pues sólo se hicieron 3 ediciones frente a la Crónica popular (Suma de las cosas maravillosas que fizo en su vida el buen cauallero Cid Ruy Díaz, Sevilla, 1498, basada en el material cidiano de la Crónica abreviada de Juan de Valera) que gozó de 14 ediciones en el XVI. La disputa editorial entre ambas obras, señalada por Cacho Blecua y Baquero, era sólo un motivo de fondo en las causas que conducen a la publicación de la misma. Subraya la necesidad de inspeccionar y contextualizar la Crónica Particular dentro de los modelos cidianos circundantes. Analiza los elementos heterogéneos amalgamados en la crónica y el modelo heroico propuesto. El año 1512 es clave para la unificación final de los reinos de España, a la vez que hay inseguridades para la transmisión dinástica. La figura del Cid, más allá de fines comerciales por parte del monasterio, se usa con intereses políticos e ideológicos en un contexto contradictorio. Se destaca la importancia del prólogo donde se aducen las razones de la publicación por parte del propio abad Juan de Velorado.