La interesante escena del Libro de Alexandre en la que se describe el infierno suscita un estudio comparativo entre distintos productos artísticos: miniaturas, esculturas y descripciones literarias. El Libro de Alexandre habla del infierno como si se tratara de una ciudad, en la que se distinguen varios espacios (centro, periferia) como varios espacios se creía que tenía el mundo infernal. Allí van a parar los pecadores, cuya mención justifica un largo excursus sobre los pecados como muestra de la intencionalidad moral de la obra, intención que no responde a un deseo de crear terror en el público como habitualmente hacía la Iglesia. De ahí que la descripción del Libro de Alexandre resulte tan distinta a la iconografía infernal más habitual, que prefieren los aterradores modelos que triunfaban fuera de la Península Ibérica.