En la segunda mitad del siglo XIV Zaragoza era una ciudad en auge; se recobraba de la epidemia de peste y la actividad económica se había consolidado por el incremento de la comercialización de la producción interior en los mercados del litoral, a la vez que se habían restablecido las relaciones con Castilla (después de la guerra de los dos Pedros). La capacidad de sus grupos dirigentes se vio fortalecida por la incorporación de familias conversas y judías que buscaban refugio en la ciudad y por los capitales y negocios de los comerciantes y empresarios procedentes de Cataluña y el sur de Francia. La documentación notarial y los cuadernos de rentas y negocios permiten conocer la existencia de un activo mercado inmobiliario en la ciudad.