Uno de los pilares de la reforma de la Iglesia en los siglos XI y XII fue la formación de una jerarquía que unía las parroquias en la base con el Papa en la cumbre y en la que los obispados tenían un papel clave. Estudia las transformaciones de los obispados de los reinos hispánicos de León, Portugal y Navarra en la época de la reforma gregoriana entre mediados del siglo XI y mediados del XII. Se estructura en tres partes: 1) los problemas de geografía eclesiástica: antiguas y nuevas sedes, los límites diocesanos y la reconstrucción de las provincias eclesiásticas; 2) los obispos, su origen, elección y poder, con apartados dedicados a la elección y origen de los obispos hasta el Concilio de Husillos (1088), a la crisis de la iglesia de Santiago de Compostela (1088-1100), la promoción de obispos después de 1088, el origen de los obispos después de Husillos, traslados de obispos: la promoción a las metrópolis, los obispos al servicio del rey, el poder episcopal, obispos y señoríos catedralicios, el ius episcopale, los concilios de Coyanza (1055) y Compostela (1060, 1063), derechos económicos y jurisdiccionales, y las funciones sacaramentales; 3) el cabildo catedralicio: cabildos y canónigos, mesa capitular y prestimonios, vida regular y secularización, las dignidades capitulares, arcedianos y arcedianatos, otros oficios del cabildo, y el obispo y sus canónigos: colaboración y enfrentamiento.