Describe el surgimiento de la biografía como método de fijación de la memoria histórica en la Baja Edad Media en Castilla. Hasta ese momento, la monarquía y la Iglesia habían gozado del monopolio en cuanto a la plasmación de los hechos históricos y, con la incorporación a la cultura escrita y el aumento de la conciencia individual, la nobleza también quiso participar en este proceso, de manera que se fue creando un nuevo género historiográfico. Esto provocó identificaciones dentro del mismo estamento y conflictos entre los diferentes grupos. En el artículo se analizan algunos escritos de la memoria eclesiástica: las obras de Juan Gil de Zamora y Luis de Valladolid, el Episcopologio burgalés de Alonso de Cartagena, De actibus Alfonsi de Cartaiena, los Hechos del arzobispo Carrillo; y de la memoria nobiliaria: Memorias de Leonor López de Córdoba, El Victorial, Corónica de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, Crónica de don Álvaro de Luna, Hechos del condestable Iranzo, Hechos de don Alonso de Monroy, Historia de los hechos del marqués de Cádiz, Loores de los claros varones de España, Generaciones y semblanzas, Claros varones de Castilla.