Examina el papel que los personajes femeninos tienen en los tres géneros y la valoración que de ellos ha hecho la crítica tradicional y, más recientemente, la crítica feminista que «ha presentado a las mujeres de la épica, del romancero y de las crónicas como figuras secundarias, sometidas por lo general a la autoridad del marido a quien rinden vasallaje» (p. 350), además de considerarlas portavoces de ese sistema de valores, pero en ningún caso las ha definido como personajes pasivos o intrascendentes, «ya sea por su decisiva intervención en los acontecimientos narrados, por encarnar los anhelos de justicia de las clases populares» (p. 351), siendo a veces la clave de la evolución de la personalidad del héroe épico.