El cine puede ser un sugerente instrumento capaz de facilitar el acercamiento a la Edad Media con un alto grado de proximidad y sensación de realismo difícil de lograr en otros ámbitos. En principio la Historia proyectada en pantalla y la Historia académica no deberían ser incompatibles, se trataría de plantear qué mundo histórico reconstruye la película para luego hacer una crítica y valoración en su justa medida. El lenguaje cinematrográfico tiene sus propios códigos, distintos de los de la Historia académica. El cine debe simplificar y aportar información simbólicamente. Tiene una enorme capacidad de evocación y es capaz de transmitir con verosimilitud el significado global de una época de acuerdo con la historia científica. El director de cine a veces debe recurrir al artificio cinematográfico, concepto que se define como aquellas alteraciones que los directores introducen en su narración histórica con el fin de adecuar los datos que ofrece la historiografía al lenguaje cinematográfico. El análisis de un film histórico no debe diferenciar entre hechos reales y ficticios sino entre aquellos artificios cinematográficos adecuados o no adecuados para hacer inteligibles los hechos del pasado. Analiza con detalle algunos films: Excalibur (John Boorman, 1981); El Guerrerro número 13 (John McTiernan, 1999) y El séptimo sello (Ingmar Bergman, 1957), que desarrolla el tema de la muerte, muy presente en el cine histórico.