Presenta la tipología de las escenas de lectura: lectura solitaria, lectura a dos, lectura para un grupo (familiar o curial). La escena de una joven lectora, solitaria, figura en numerosas novelas, como en Durmart le Galois o en Jean Froissart. También hay ejemplos emblemáticos de la lectura a dos, que lleva al amor: Abelardo y Eloísa, Francesca di Rimini y Paolo Malatesta (en Dante), Floris et Lyriopé de Robert de Blois. La lectura es también inductora de la escritura: en este caso la escena presenta lectores solitarios que levantan los ojos de su libro no para amar sino para escribir (Christine de Pisan, Guillaume de Digulleville). Habla también del gusto de los amantes que leen en las escenas, que optan por los libros que tratan del amor: Lancelot en prose, Píramo y Tisbe, Cleomadés. La escena de lectura se convierte en un lugar común en la literatura románica, espacio narrativo que se puede leer metafóricamente como una especie de lugar de aventura.