Partiendo de la presencia de la figura de la monja en la literatura castellana medieval (Milagros de nuestra Señora y Libro de buen amor), el autor propone un amplio estudio de la arquitectura e iconografía características de los monasterios femeninos medievales concluyendo que «la imaginería perteneciente a monasterios de dueñas se hace eco de los ritos que, de igual manera, se celebraban en institutos masculinos, parroquias y catedrales. No parecen existir liturgias ni paraliturgias exclusivas al medio monástico femenino y sus imágenes pertenecieron ìntegramente al medio devocional y ceremonial de la baja Edad Media, el mismo que se extendería hasta bien entrada la moderna» (pp. 225-226).