Frente al panorama proporcionado por críticos como Rudolph Schevill y Felix Lecoy en lo que concierne a la inspiración ovidiana del Libro de buen amor, Burkard propone una reevaluación de esta cuestión a partir del postulado según el cual probablemente Juan Ruiz no conoció no sólo el Ars amatoria sino incluso ninguna obra auténtica de un poeta romano. La tesis que aquí se defiende es que su conocimiento se limitaba al de composiciones que imitaron la obra ovidiana y que circularon en Occidente en el otoño de la Edad Media.